jueves, 30 de julio de 2009

miércoles, 29 de julio de 2009

Presentación frankenstein educador

http://www.slideshare.net/secret/CWSFYGWAgGHue4

Reflexiones personales sobre Frankenstein Educador


Reflexiones acerca de “Frankenstein Educador” de Phillippe Meirieu
- "Por favor, preguntó Alicia ¿Qué camino debo tomar?
Eso depende de adónde quieras ir”.
Alice's adventures in wonderland L.Carrol.
Revolución Copernicana en Pedagogía

Con sus observaciones Copernico revolucionó no sólo el campo de la astronomía, sino sobre todo la forma de pensar y pensarse a sí mismos de los hombres. Digamos, que tuvimos que enfrentarnos a la dura noticia de no ser el centro del Universo.

¿Qué tendrá que ver la astronomía y el giro copernicano con la educación?

La revolución copernicana en pedagogía propuesta por Phillipe Meirieu exige movimiento. Un movimiento que devele un nuevo Universo que implique nuevas prácticas.
Me parece que Meirieu nos está diciendo que ya está bien de recetas y de parches y de psicologismos y que el revolucionar implica subvertir en profundidad un orden bastante autoritario de las cosas del que todos los actores educativos somos parte. Que es momento de reconocernos herederos, también los profes, de una historia que podamos entender y resignificar para que el presente sea algo más; “que algo que nos pase”, desafiarnos a nosotros mismos a aceptar al otro como un otro que por suerte “se me va de las manos” y al aprendizaje como una aventura en la que no todo ha sido concluido de antemano.

La revolución copernicana en pedagogía exige mucho de cada uno de nosotros porque nos anima a cuestionar nuestros prejuicios y modelos mentales y contrastar la práctica que declamamos, con lo que hacemos. Porque a nosotros mal que nos pese también “nos fabricaron” en algún punto y tenemos en nuestras manos la responsabilidad de no repetir esos mecanismos generadores de frustración y dependencia.

Había una vez.

En los relatos, cuentos, mitos y leyendas está grabada nuestra historia, la explicación que fuimos encontrándole al mundo.
Phillpe Merieu se encarga de retomar algunos de esos relatos para repensar ese vínculo que une a dos sujetos; el educador con el estudiante.

A través de la historia de Frankenstein Meirieu va a metaforizar el mecanismo de la educación como fabricación.

Mary Seilly esboza el argumento de Frankenstein, cuando en una noche de tormenta, en una reunión de amigos, hacen un concurso a ver a quién se le ocurre la historia más terrible, y ella relata la historia del doctor Frankenstein, que trata de fabricar a otro.
El doctor Frankenstein junta pedazos de muertos, y les da vida, para que sean como él quiere que sean; él quiere ser el creador del otro. Y dice Philippe Meirieu que algo de nuestra tradición pedagógica se puede interpretar desde esta clave de Frankenstein; la escuela trata de fabricar al otro con cachos de muertos, que son las prácticas sedimentadas, materias escolares, donde están las voces de gente que antes de nosotros nos dijo qué eran las Matemáticas, las Ciencias, y que el otro sea como yo quiero que sea, “el buen alumno” “el perfil del egresado”... Y dice este autor que allí hay un gesto profundamente autoritario de la escuela, que es el de fabricar al otro como ella quiere que sea. Pero el relato continúa, y nos recuerda que el doctor Frankenstein, cuando le da vida a esta criatura, se asusta de lo que creó, y entonces lo abandona. No le da un nombre – porque Frankenstein se llamaba el doctor – no le enseña a hablar, no le enseña las expectativas de la sociedad en la cuál está inserta, y así es que esa criatura, abandonada a sí misma, se transforma en un monstruo que termina siendo asesinado por la comunidad.
Dice Meirieu que la escuela oscila entre estos dos gestos autoritarios: o le impongo al otro un modo de ser, o lo abandono. Y algo de lo que hemos transitado en la escuela argentina de los últimos años es: o le imponemos al otro nuestra voluntad, que es la marca de la dictadura, y de la cultura nacional que ha gestado las dictaduras (el exterminio del diferente como solución) o los dejamos abandonado: “con este chico no se puede”.

Según Meirieu, educar implica movilizar todo lo necesario para que el sujeto entre en el mundo y se sostenga en él, se apropie de los interrogantes que constituyen a la cultura humana que lo precede (aun en estos tiempos de vertiginosas transformaciones). Es necesario crear “espacios seguros” en los que un sujeto pueda atreverse a “hacer algo que no sabe hacer, para aprender a hacerlo”. Se trata de construir estos espacios como marcos posibles para el aprendizaje y, de poner a disposición de los que aprenden una energía capaz de movilizarlos hacia los saberes.
La transmisión supone una reconstrucción por parte del sujeto, de saberes y conocimientos que deberá inscribir en su proyecto logrando dilucidar de qué manera contribuyen a su desarrollo.

La invitación es dejar una marca perdurable en el otro, sin anularlo.
Es nuestra responsabilidad como educadores generar en el otro el deseo de aprender, estando a la par de él, registrando su diferencia. Estar del mismo lado que el estudiante posicionándose en el proceso y no en el resultado.

Las exigencias son muchas, o pocas según se las lea, el cambio es en realidad muy profundo; Dejar de pensarnos como el centro del universo, cuestionarnos para generar una reflexión permanente de la práctica profesional y comprender que hay muchos puntos de vista posibles si ayudamos a cada otro a apropiarse de su educación.




Veinte preguntas abiertas al profesorado

1.- ¿Para renunciar a fabricar a otro, tengo que se autónomo y crítico respecto de mi propia formación y práctica?

2.- ¿Por qué es necesario revolucionar la educación?

3.- ¿Cómo propiciamos reflexiones que no sean sólo formales, sino que impliquen un cambio cultural?

4.- ¿Cómo hago para enseñar si tengo muchísimos más contramodelos que modelos?

5.- ¿Cómo motivo al estudiante?

6.- ¿y a mi, quien me motiva?

7.- ¿Cómo hago significativo el contenido para el estudiante?

8.- ¿Cómo hago para construir conocimiento junto con los estudiantes y no enseñar lo que ya sé? (Cómo me sorprendo)

9.- ¿Cómo puedo detectar mis prejuicios y limitaciones?

10.- ¿Puedo llevar propuestas innovadoras a una institución conservadora?

11.- ¿El cambio de paradigma puede iniciarse mediante iniciativas aisladas?

12.- ¿La formación que recibimos posibilita la práctica reflexiva?

13.- ¿Las exigencias de la revolución copernicana en pedagogía son aplicables a la enseñanza de arte?

14.- Si muchos de los preceptos de Meirieu parecen obvios ¿por qué parece tan utópica su aplicación?

15.- ¿Alcanza el deber ser para modificar la práctica educativa?

16.- ¿Cómo acompaño al estudiante en un proceso de autonomización?

17.- ¿De qué modo pido a la escuela que ponga a disposición todo lo necesario para que un sujeto entre en el mundo y se sostenga en él?

18.- ¿De qué manera la escuela permite que los alumnos se apropien de la cultura?

19.- ¿Qué pasa cuando la escuela se ubica en el lugar de de producir conflictos respecto de los saberes cotidianos?

20.- ¿Cómo trabajo con una clase numerosa sin homogeneizar a los alumnos?

lunes, 27 de julio de 2009

Contra todas las predicciones, el árbol.

¿Cuáles son las predicciones?
¿Por qué las predicciones se oponían al árbol?
¿Quién predice?
¿Cómo hace el árbol para ir en contra de lo que se esperaba de él?
¿Dónde está el árbol?




Una mañana de lunes, igual a muchas mañanas.
Con las prisas de los lunes, pero fría porque es de invierno. Una radio encendida, los vehículos avanzando sobre la ciudad somnolienta. Una mañana plagada de las repeticiones de mis mañanas. Y sin embargo el mundo reclama a gritos que vuelva a mirarlo.
El olor del café se cuela con más intensidad, una nena me saluda animadamente desde un colectivo. La humedad se desliza por los vidrios y una flor se abre moviéndose ante mis ojos imperceptiblemente. El asfalto está empapado aun sin haber llovido, una semilla se desprende de un árbol.

Quien podría pensar que esa bellota que cae en mi vereda por el viento del invierno, guarda escondido un inmenso roble donde podrían anidar pájaros, trepar chicos, caminar en línea muy recta y ascendente las hormigas, enredarse la hiedra y hacer sus colores los musguitos.

Podría ser, pero para ser sinceros lo más posible es que no llegue a ser roble. Ahora esta bellota es la imagen de la fragilidad, se puede romper por un paso en falso de alguien, puede tener un dudoso final en algún centro de mesa familiar, puede volarse sobre el cemento y ahogarse en un charco y ahí si chau roble.

La bellota no piensa en si misma, pero yo la pienso y adivino el árbol.

Esa es la razón, pienso, de todo esto en que andamos: ver en cada semilla el árbol, contra todos los pronósticos, militar el optimismo aun en un mundo en franca desforestación.

Para eso estamos; Para ver la semilla, darle tierra fértil, esperar pacientes a que germine, ser tutor para que el tronco crezca, ponerla al reparo del sol para que no la queme, darle agua si tiene sed. Y saber que cuando el árbol crezca muchos se refugiaran en su sombra.

Valeria Castro

jueves, 30 de abril de 2009

El optimismo

La tarea educativa que pretenda superar el simulacro necesita de nuestro optimismo, un optimismo profundo y crítico... "La
educabilidad se rompe en el momento en el que decimos que el otro no puede
mejorar y que nosotros no podemos ayudarle a hacerlo" (Merieu, 1998).

sábado, 25 de abril de 2009